Hoy quiero contarles una experiencia que viví hace muchísimos años y que me condujo a descubrir un método efectivo para restaurar la salud del hueso deteriorado por cartílago gastado.

La osteoartritis degenerativa es una enfermedad sumamente frecuente. De hecho, es la enfermedad articular más frecuente y su incidencia aumenta con la edad. A medida que envejecemos tenemos más probabilidades de presentar desgaste en nuestras rodillas, caderas, hombros, cervicales y columna lumbar. Generalmente, el desgaste comienza en rodillas y caderas, que son las articulaciones más afectadas.

Esta experiencia comenzó cuando recibí la visita de una paciente de recursos muy limitados, que me visitaba de una región bastante alejada del centro de San José, Costa Rica, en donde tengo el consultorio. Mi querida paciente me visitaba de San Carlos y padecía una enfermedad que se llama osteogénesis imperfecta, la cual le provocaba fracturas espontáneas en diferentes partes de su cuerpo.

Al momento de la entrevista, cuando realicé la historia clínica, me enteré que tenía reemplazo en una cadera y prótesis en ambas rodillas y le estaban proponiendo realizar un reemplazo de la otra cadera. Para ese tiempo yo ya recetaba el sulfato de glucosamina y mi paciente me solicita que le dé tratamiento, pues no quiere someterse a una nueva cirugía. Al pedirle que caminara para observar su marcha pude darme cuenta de lo dificultoso que era para ella desplazarse. A continuación, conversamos sobre su tratamiento y le indiqué que no veía opciones para evitarle la cirugía y que anhelaba mucho poder hacer algo por ella, pero que con franqueza no consideraba que hubiera posibilidades, que pensaba en su gasto económico y consideraba que no era justo mándale un tratamiento que tuviera tan poca expectativa de curación.

Pero entonces sucedió algo maravilloso recuerdo su rostro irradiando fe y esperanza. Y me dijo estas palabras que recordaré para toda mi vida “doctor no se preocupe, mándeme lo que usted cree que sirva; es mi responsabilidad si funciona o no”.

Y entonces surgió en mi mente una idea que hoy creo firmemente que vino de parte de Dios. Recientemente, había leído un libro de un médico italiano que decía que la sílice presenta en la cola de caballo remineralizaba el hueso. Entonces decidí mandarle sulfato de glucosamina y cola de caballo pensando fortalecer sus frágiles huesos debilitados a causa de su enfermedad genética.

A los seis meses recibí a mi paciente con una nota de su ortopedista que la trataba en el hospital. En esta nota el colega me solicitaba la equivalencia de la glucosamina que yo había utilizado, pues los resultados habían sido tan buenos que mi paciente ya no necesitaba reemplazo de cadera.

Así nació nuestro producto estrella que hoy llamamos OSTEOGÉNESIS que es glucosamina pura, no mezclada con condroitin ni con MSM. La glucosamina debe usarse pura, es lamentable ver en el mercado algunos frascos de glucosamina mezclados hasta con colágeno. El problema es que en una cápsula tan pequeña al poner tantos ingredientes perdemos la concentración adecuada de este maravilloso medicamento. Pero la clave no estuvo solamente la glucosamina, sino en la sinergia de haber unido la cola de caballo, ya que la sílice de la cola de caballo funcionó como pegamento para que la glucosamina se adhiriera mejor al hueso y provocara su restauración.

Esta paciente fue la primicia que Dios me regaló. Al día de hoy no puedo precisar la cantidad exacta de pacientes que se han curado siguiendo la receta que Dios me regaló en ese momento para sacarla a ella adelante.

Un año de tratamiento tomando OSTEOGÉNESIS dos cápsulas al día y METACAP 2 cápsulas al día son suficientes para restaurar huesos y cartílagos.

Los años han pasado y hoy además de estos dos medicamentos en cápsulas que siguen siendo la base de mi tratamiento para estos casos. Tenemos la bendición de tener el Bisglicinato de magnesio que hace huesos de acero y el Flexicolágeno que es una fórmula de colágeno hidrolizado con vitamina D3, condroitin, extracto de té verde y otros ingredientes que lo convierten en una fórmula poderosa para restaurar los cartílagos, ligamentos y articulaciones desgastadas.

Un acto de fe de una mujer ha permitido abrir una puerta para que todos y todas las que quieran experimentar la eficacia de la medicina natural en esta enfermedad pueden hacer uso de ella. Le doy gracias a Dios por haber tenido la oportunidad de atender una paciente como ella y le extiendo la mano a usted para que sea parte de esta experiencia y esta historia no termine, sino que pueda reunir más casos de pacientes sanados y sanadas.